Bufanúvols, lienzo en técnica media mixta de 80 x 60 cm de Joan Pla. Artelista
Dejábamos en el anterior capítulo a nuestro gigante mitológico castellonense soñando con la sirena del mar, de quien se ha enamorado perdidamente.
Mientras este delirio tenía Tombatossals, sus compañeros se atiborraban de dátiles; tras un breve consejo, deciden acudir al encuentro de su jefe, pues no oyen ni sus lamentos ni les llegan señales de su existencia. Y cuando llegan a la playa, ven al gigante con los pies en el agua, tumbado, sujetando con la palma de su mano, capaz de mover losas y rocas, la cabeza y dormido. Y buena señal de que soñaba daban las angustiosas palabras que escapaban de sus labios, secos y trémulos:
–¡Oh tu, aimia Serena de la Mar! Si a majestat teua li sembla petita cosa aquest humil serf, si tan preciós voler has encarrilar a més alt i extremat personatge, dis-me, dis-me en què vols que em guanye ta voluntat i content, com vols que gust done als teus desitjos?
– ¡Oh, tú, amada sirena de la mar! Si a tu majestad le parece poca cosa este siervo, si tan precioso amor has dirigido a un personaje más alto y extremado, dime, dime, ¿en qué quieres que me gane tu voluntad y contento? ¿Cómo quieres que dé gusto a tus deseos?
Ante tal parlamento los tres compañeros creen que alguien ha embrujado a su señor y Arrancapins pide a Bufanúvols que sople ligeramente y lo despierte, pero éste se niega alegando que no saben qué puede ver su año en sus delirios de amor ni saben nada de la sirena, alegando que no es nuevo, ni malo, que su señor se ilusione en a la reina de las aguas, ya que él lo es de los llanos y montañas; y les pide que lo dejen soñar con grandes empresas, que su delirio les mueve a chacota, pero que su firmeza y constancia harán que llegue a realizar sus deseos.
Cagueme, en oposición a Bufanúvols, es partidario de despertarlo, mientras Arrancapins, resignado, se da cuenta de que la astuta sirena es idolatrada por el amor incondicional de Tombatossals.
La “colla” de Tombatossals, de la película “Gigantes. La leyenda de Tombatossals”
Y hubiera acabado la conversación en fuerte discusión, si su señor, con gran decisión, no hubiera iniciado este parlamento:
–Amada Serena de la Mar… Tu tindràs ací, en aquesta vora i riba, lo paratge delitós pel que estàs adalerada… i dins la mar un lloc on les revoltes onades mai apleguen, fidel semblança dels meus braços anhelosos, i llavors seràs meua, i la fragància dels pins ens abellirà més i més, quan aplegades seran les hores de nostre dolcíssim dir de cançons, de carinyos, galanies i esperances.
– Amada Sirena de la mar… Tú tendrás aquí, en esta orilla y ribera, el paraje deleitoso del que estás anhelante… Y dentro del mar un lugar donde las revueltas olas no lleguen nunca, fiel semblanza de mis brazos anhelantes. Y entonces será mía…y la fragancia de los pinos nos seducirán más y más, cuando lleguen las horas de nuestro dulcísimo decir de canciones, halagos, galanías y esperanzas.
Como tres estacas, alelados, seguían rodeando a su jefe que, finalmente, despierta de su sueño y les cuenta su ensueño y su conversación con la sirena. Y a los pocos días Tombatossals reúne a sus amigos y les hace saber sus propósitos y deseos:
–Mireu, jo vull i així ho mano, que vora la mar i en aquell paratge on vaig caure dormit com un algep, boig i ansiós esperant a l’amada Serena de la Mar, siga cobert tot d’una flairosa arbreda que forme una ombrosa selva, que aixina ella ho volia… I així ho mano, perquè després de tot per això sóc l’amo… Aleshores, que s’òmpliga de cudols i llosmos i tossals sancers, si falta fan, un bon rodal de mar apresonat com per dos braços.
– Mirad, yo quiero, y así lo ordeno, que a la orilla del mar y en aquel paraje donde quedé dormido como un tronco, loco y ansioso esperando a la amada Sirena del mar, sea cubierto de una olorosa arboleda que forme una umbrosa selva, pues así ella lo quería… Y así lo ordeno, porque, después de todo, soy el señor… Por tanto, que se llene de piedras y losas y colinas enteras, si falta hace, una buena porción de mar apresada como por dos brazos.
Y tras barajar proyectos, hacer cálculos, mirar planos, hace enmiendas y añadidos, quedó dispuesta la gran obra que tenían que emprender, para lo cual se dirigieron a las montañas, en la zona del castillo de Montornés, propiedad del príncipe Garxolí del Senillar, rica en umbrosos pinares.
(Podemos traducir este nombre salido de la imaginación de Pascual Tirado como “Tuerto del Carrizal”, el enemigo declarado de Tombatossals, a quien más tarde declarará la guerra).
En pocos días dejaron pelada la zona, causando un gran enojo en Garxolí.
Los árboles arrancados de los dominios del príncipe del Senillar eran trasplantados a la orilla del mar. Ni que decir tiene que quien más trabajo tuvo fue Arrancapins que, como su nombre (Arrancapinos) indica tenía como especialidad la de arrancar de raíz cualquier árbol. No le anduvo a la zaga Bufanúvols (Soplanubes) que, a base de soplidos, enviaba por vía aérea los pinos de una zona a otra, de la montaña al mar, donde Tombatossals, ayudado por Cagueme que, como siempre, hacía lo que podía.
Los pinos eran plantados al tuntún, sin alinearlos, pero no dejando un resquicio por donde el sol pudiera entrar. El gigante Tombatossals, llevado por el deseo de ver en aquel nuevo paraje a la sirena adormecida entre sus brazos y dejándose hacer cosquillas en la nuca, trabajaba sin descanso.
Arrancapins (2006), escultura de Melchor Zapata. Segunda de las esculturas en hierro encargadas al artista para conmemorar el 750 aniversario de la fundación (1251) de la ciudad y en recuerdo de los personajes que formaban la “colla” de ‘Tombatossals’, obra de Josep Pascual Tirado
