Y continuamos en esta ya dilatada serie, iniciada el 23 de diciembre de 2015, con motivo de la emisión en el programa de Radio Clásica “El mundo de la fonografía”, que dirige José Luis Pérez de Arteaga del poema sinfónico de 1884 Ero e Leandro de Alfredo Catalani (1854-1893). El objeto de la serie es revisar, con las notas y traducción de José Guillermo Montes Cala, en Gredos, del poema Hero y Leandro de Museo el Gramático.
Y llegamos ya a los versos 251 a 267:
Ὣς εἰπὼν μελέων ἐρατῶν ἀπεδύσατο πέπλα
ἀμφοτέραις παλάμῃσιν, ἑῷ δ’ ἔσφιγξε καρήνῳ,
ἠιόνος δ’ ἐξῶρτο, δέμας δ’ ἔρριψε θαλάσσῃ.
λαμπομένου δ’ ἔσπευδεν ἀεὶ κατεναντία λύχνου
αὐτὸς ἐὼν ἐρέτης, αὐτόστολος, αὐτόματος νηῦς. 255
Ἡρὼ δ’ ἠλιβάτοιο φαεσφόρος ὑψόθι πύργου,
λεπταλέαις αὔρῃσιν ὅθεν πνεύσειεν ἀήτης,
φάρεϊπολλάκι λύχνον ἐπέσκεπεν, εἰσόκε Σηστοῦ
πολλὰ καμὼν Λείανδρος ἔβη ποτὶ ναύλοχον ἀκτήν.
καί μιν ἑὸν ποτὶ πύργον ἀνήγαγεν. ἐκ δὲ θυράων 260
νυμφίον ἀσθμαίνοντα περιπτύξασα σιωπῇ
ἀφροκόμους ῥαθάμιγγας ἔτι στάζοντα θαλάσσης
ἤγαγε νυμφοκόμοιο μυχοὺς ἔπι παρθενεῶνος
καὶ χρόα πάντα κάθηρε. δέμας δ’ ἔχρισεν ἐλαίῳ
εὐόδμῳ ῥοδέῳ καὶ ἁλίπνοον ἔσβεσεν ὀδμήν. 265
εἰσέτι δ’ ἀσθμαίνοντα βαθυστρώτοις ἐνὶ λέκτροις
νυμφίον ἀμφιχυθεῖσα φιλήτορας ἴαχε μύθους·
Hero y Leandro (1676), grabado sobre cobre de 7 x 8,6 cm., de François Chauveau. Montpellier, Médiathèque centrale d’agglomération Émile Zola
Así dijo y con ambas manos despojó de vestiduras su atractivo cuerpo y las lió a su cabeza. Sobre la costa se incorporó y cuan largo era zambullóse en la mar. Y se afabana en siempre tener de cara la luz del candil, él que era su remero, su pasajero, su propia nave. Y Hero, con la lumbre en lo alto de la escarpada torre, de allí donde el viento soplaba con una ligera brisa, con su velo una y otra vez al candil abrigo le daba, hasta que Leandro alcanzara, luego de mil fatigas, la orilla de Sesto, de su nave acogedora. Y lo subió a su torre.
Desde el umbral en silencio se abrazó a su jadeante esposo, de cuyos cabellos aún goteaba la espuma de la mar, y lo condujo a lo más profundo de su alcoba, engalanada para una novia. Limpió toda su piel y ungió su cuerpo con aceite que olía a rosas y acabó con el olor a salitre. Y abrazada en el blanco lecho a su esposo, que aún jadeaba, pronunció palabras de amor conyugal:
- (Las lió a su cabeza = 252 = ἑῷ δ’ ἔσφιγξε καρήνῳ). A diferencia de Ovidio, Heroidas XVIII 33 y 58, donde Leandro, tras haber dejado la ropa en la arena, emprende desnudo la travesía.
Aquí está Heroidas XVIII 33
ter mihi deposita est in sicca vestis harena;
Tres veces dejé la ropa en la arena seca;
Y aquí el verso 58-59:
nec mora, deposito pariter cum veste timore
iactabam liquido bracchia lenta mari.
Sin tardar, quitándome a la vez la ropa y el miedo,
agité en las transparentes aguas mis flexibles brazos
Traducción de Ana Pérez Vega, en Gredos.
Quizá Museo tomó inspiración para este detalle en Odisea XIV, 348 ss., donde Odiseo relata a Eumeo cómo, tras cubrir su cabeza con los andrajos, se echó a andar con los remos de sus brazos.
Aquí tenemos el texto odisaico:
αὐτὰρ ἐμοὶ δεσμὸν μὲν ἀνέγναμψαν θεοὶ αὐτοὶ
ῥηϊδίως· κεφαλῇ δὲ κατὰ ῥάκος ἀμφικαλύψας,
ξεστὸν ἐφόλκαιον καταβὰς ἐπέλασσα θαλάσσῃ
στῆθος, ἔπειτα δὲ χερσὶ διήρεσα ἀμφοτέρῃσι
νηχόμενος, μάλα δ’ ὦκα θύρηθ’ ἔα ἀμφὶς ἐκείνων.
ἔνθ’ ἀναβάς, ὅθι τε δρίος ἦν πολυανθέος ὕλης,
κείμην πεπτηώς. οἱ δὲ μεγάλα στενάχοντες
φοίτων· ἀλλ’ οὐ γάρ σφιν ἐφαίνετο κέρδιον εἶναι
μαίεσθαι προτέρω, τοὶ μὲν πάλιν αὖτις ἔβαινον
νηὸς ἔπι γλαφυρῆς· ἐμὲ δ’ ἔκρυψαν θεοὶ αὐτοὶ
ῥηϊδίως, καί με σταθμῷ ἐπέλασσαν ἄγοντες
ἀνδρὸς ἐπισταμένου· ἔτι γάρ νύ μοι αἶσα βιῶναι.»
Luis Segalà traduce así:
Pero los propios dioses desligáronme fácilmente las ataduras; y entonces, liándome yo los andrajos a la cabeza, me deslicé por el pulido timón, di a la mar el pecho, nadé con ambas manos, y muy pronto me hallé alejado de aquellos y fuera de su alcance. Salí del mar adonde hay un bosque de florecientes encinas y me quedé echado en tierra; ellos no cesaban de agitarse y de proferir hondos suspiros, pero al fin no les pareció ventajoso continuar la busca y tornaron a la cóncava nave; y los dioses me encubrieron con facilidad y me trajeron a la majada de un varón prudente, porque quiere el hado que mi vida sea más larga.
2. (Su remero, su pasajero, su propia nave = 255 = αὐτὸς ἐὼν ἐρέτης, αὐτόστολος, αὐτόματος νηῦς).
Cf. el estrecho paralelo con Ovidio, Heroidas XVIII, 148.
idem navigium, navita, vector ero!
Yo solo seré el barco, el marinero y el timonel.
Museo también imita aquí a Nono, Paráfrasis del Evangelio según san Juan VI, 83.
τηλεπόροις λιμένεσσιν ὁμίλεεν αὐτομάτη νηῦς.
La barca llegó por si misma a puertos lejanos.
No obstante, la imagen de la nave como símbolo del enamorado en la travesía del amor pertenece, como ya se ha anotado, a la rica tradición del navigium amoris.
3. (A su jadeante esposo = ἀσθμαίνοντα νυμφίον = 266-267).
Cf. Ovidio, Heroidas XVIII, 103 s., XIX, 60 ss., 189 s.
Aquí está Heroidas XVIII, 103-116:
Eque tuis demptos umeris mihi tradis amictus
et madidam siccas aequoris imbre comam.
Cetera nox et nos et turris conscia novit
quodque mihi lumen per vada monstrat iter.
Non magis illius numerari gaudia noctis
Hellespontiaci quam maris alga potest;
quo brevius spatium nobis ad furta dabatur,
hoc magis est cautum, ne foret illud iners.
Iamque fugatura Tithoni coniuge noctem
praevius Aurorae Lucifer ortus erat;
oscula congerimus properata sine ordine raptim
et querimur parvas noctibus esse moras.
Atque ita cunctatus monitu nutricis amaro
frigida deserta litora turre peto.
Me recibes en un abrazo y me das unos besos felices, unos besos, ¡grandes dioses!, que merecen ser buscados cruzando el mar; te quitas tu capa de los hombros y me la das y me secas el pelo empapado de agua marina. Lo demás lo sabe la noche, y nosotros, y la almena, nuestra cómplice, y la lumbre que me ensena el sendero a través del mar. Tan innumerables como las algas marinas del Helesponto fueron las delicias de aquella noche. Cuanto menos tiempo se concedía a nuestro amor escondido, tanto más cuidábamos de que no pasara en balde. Y ya la esposa de Titono estaba a punto de poner en fuga a la noche, y había salido el Lucero, precursor de Aurora. Amontonamos besos apresurados, sin orden ni concierto, y nos quejamos de que tan cortas fueran las horas de la noche. Y tras esa demora, que me valió la agria advertencia de la nodriza, dejo la torre en busca de la playa fría.
Hero encuentra a Leandro (1880), óleo sobre lienzo de 200 x 140 cm., de Ferdinand Keller Colección privada
