De vuelta a Luciano de Samosata y su obra Alción que nos presenta José Luis Navarro en la edición de Gredos:
Curioso y enigmático a la par que hermoso este brevísimo opúsculo llegado a nosotros con el título de Alción. La tradición nos lo ha legado en códices de Platón y de Luciano. Si hemos de hacer caso del testimonio de Diógenes Laercio, III 62, la atribución de este texto de Platón es de todo punto falsa, pero tampoco la asigna a Luciano, sino que dice que es atribuida a un tal León por Favorino. Sobre la vida del tal León, inclinación filosófica y fechas, véase Macleod, VIII (Loeb), págs. 303-305. Pero dejando a un lado los por otra parte interesantes problemas de autenticidad y de autoría, lo cierto es que el diálogo entre Sócrates y Querefonte está lejos de la enjundia, la densidad y la profundidad de los auténticos diálogos platónicos llamados «socráticos» como de la vivacidad, el ingenio y la acritud de los auténticos diálogos lucianescos. De ahí las dificultades para establecer con certeza una autoría que personalmente nos parece no cuadra ni a Platón ni a Luciano.
He aquí el texto y su traducción, a cargo del citado José Luis Navarro:
ΧΑΙΡΕΦΩΝ. τίς ἡ φωνὴ προσέβαλεν ἡμῖν, ὦ Σώκρατες, πόρρωθεν ἀπὸ τῶν αἰγιαλῶν καὶ τῆς ἄκρας ἐκείνης; ὡς ἡδεῖα ταῖς ἀκοαῖς. τί ποτ’ ἄρ’ ἐστὶ τὸ φθεγγόμενον ζῷον; ἄφωνα γὰρ δὴ τά γε καθ’ ὕδατος διαιτώμενα.
ΣΩΚΡΑΤΗΣ. θαλαττία τις, ὦ Χαιρεφῶν, ὄρνις ἀλκυὼν ὀνομαζομένη, πολύθρηνος καὶ πολύδακρυς, περὶ ἧς δὴ παλαιὸς ἀνθρώποις μεμύθευται λόγος˙ φασὶ γυναῖκά ποτε οὖσαν Αἰόλου τοῦ Ἕλληνος θυγατέρα κουρίδιον ἄνδρα τὸν ἑαυτῆς τεθνεῶτα θρηνεῖν πόθῳ φιλίας, Κήϋκα τὸν Τραχίνιον τὸν Ἑωσφόρου τοῦ ἀστέρος, καλοῦ πατρὸς καλὸν υἱόν˙ εἶτα δὴ πτερωθεῖσαν διά τινα δαιμονίαν βούλησιν εἰς ὄρνιθος τρόπον περιπέτεσθαι τὰ πελάγη ζητοῦσαν ἐκεῖνον, ἐπειδὴ πλαζομένη γῆν πέρι πᾶσαν οὐχ οἵα τ’ ἦν εὑρεῖν.
ΧΑΙΡΕΦ. Ἀλκυὼν τοῦτ’ ἔστιν, ὃ σὺ φῄς; οὐ πώποτε πρόσθεν ἠκηκόειν τῆς φωνῆς, ἀλλά μοι ξένη τις τῷ ὄντι προσέπεσε˙ γοώδη γοῦν ὡς ἀληθῶς τὸν ἦχον ἀφίησι τὸ ζῷον. πηλίκον δέ τι καὶ ἔστιν, ὦ Σώκρατες;
ΣΩΚΡ. οὐ μέγα˙ μεγάλην μέντοι διὰ τὴν φιλανδρίαν εἴληφε παρὰ θεῶν τιμήν˙ ἐπὶ γὰρ τῇ τούτων νεοττείᾳ καὶ τὰς ἀλκυονίδας προσαγορευομένας ἡμέρας ὁ κόσμος ἄγει κατὰ χειμῶνα μέσον διαφερούσας ταῖς εὐδίαις, ὧν ἐστι καὶ ἡ τήμερον παντὸς μᾶλλον. οὐχ ὁρᾷς ὡς αἴθρια μὲν τὰ ἄνωθεν, ἀκύμαντον δὲ καὶ γαληνιῶν ἅπαν τὸ πέλαγος, ὅμοιον ὡς εἰπεῖν κατόπτρῳ;
Alción o martín pescador (Alcedo Atthis) Asturias, Gijón, Concejo de Gijón, 02/10/2012, © Julio César González Fernández
QUEREFONTE. — ¿Qué sonido ha llegado a nuestros oídos, Sócrates, desde lejos, procedente del litoral y del acantilado aquél? ¡Qué agradable a los oídos! ¿Qué animal es el que emite ese sonido? Porque los seres que pasan su vida bajo el agua no tienen voz.
SÓCRATES. — Se trata de un ave marina, Querefonte, llamada alción, que destaca por sus llantos y lamentos, de la que los hombres cuentan una vieja historia. Dicen que una mujer, hija de Eolo, a su vez hijo de Heleno, lloró con tristeza y con nostalgia de cariño la muerte de su esposo legítimo, Ceix el Traquinio, hijo de Astro de la Mañana, hermoso hijo en verdad de hermoso padre. Mas que después y por designio divino convertida en ave volaba en derredor de los mares en busca de aquél, pues luego de haber dado mis vueltas por la tierra no era capaz de encontrarlo.
QUEREFONTE. — ¿Es el alción a quien te refieres? No había escuchado nunca antes su voz y me ha resultado extraña; en verdad es lastimero el canto que emite el animal. Y ¿qué tamaño tiene, Sócrates?
SÓCRATES. — No es grande. Por el inmenso amor a su marido los dioses la honraron sobremanera. Pues durante el tiempo de su cría el Universo tiene los llamados “días del alción” en mitad del invierno, que se diferencian por su bonanza, de los que el día de hoy es un ejemplo perfecto. ¿No ves qué raso está el cielo, y que todo el mar, sin olas, en total bonanza, parece, por así decir, un espejo?
cuentan una vieja historia: Estas líneas nos traen a la memoria las de la Ilíada IX 561 -564, las de Ovidio, Metamorfosis XI 410-748, y los relatos en prosa de Apolodoro, Biblioteca 17, 4, así como de Luciano, Historias Verdaderas I 31 y II 40.
Aquí está Ilíada IX, 559-564:
καί ῥα ἄνακτος ἐναντίον εἵλετο τόξον
Φοίβου Ἀπόλλωνος καλλισφύρου εἵνεκα νύμφης,
τὴν δὲ τότ’ ἐν μεγάροισι πατὴρ καὶ πότνια μήτηρ
Ἀλκυόνην καλέεσκον ἐπώνυμον, οὕνεκ’ ἄρ’ αὐτῆς
μήτηρ ἀλκυόνος πολυπενθέος οἶτον ἔχουσα
κλαῖεν ὅ μιν ἑκάεργος ἀνήρπασε Φοῖβος Ἀπόλλων
Atrevióse Idas a armar el arco contra Febo Apolo, para recobrar la esposa que el dios le robara; y desde entonces pusiéronle a Cleopatra sus padres el sobrenombre de Alcione, porque la venerable madre, sufriendo la triste suerte de Alción, deshacíase en lágrimas mientras el flechador Febo Apolo se la llevaba.
La traducción es de Luis Segalà.
los llamados “días del alción”: Este pasaje nos lleva igualmente a hacer memoria de unos hermosos versos de Alcmán, 94D, y Simónides, 20D, en los que se hace mención a los llamados «días del alción» como paradigma y prototipo de bonanza en la mar.
Éstos son los versos de Alcmán:
οὔ μ᾿ ἔτι, παρσενικαὶ μελιγάρυες ἱαρόφωνοι,
γυῖα φέρην δύναται· βάλε δὴ βάλε κηρύλος εἴην,
ὅς τ᾿ ἐπὶ κύματος ἄνθος ἅμ᾿ ἀλκυόνεσσι ποτήται
νηδεὲς ἦτορ ἔχων, ἁλιπόρφυρος ἱαρὸς ὄρνις.
Muchachas de palabras de miel y voces claras, ya no puden alzarme mis rodillas. ¡Ojalá yo un alción macho fuera para volar con otros con bravo corazón sobre la flor de las olas, un ave sagrada, del color cambiante del mar!
La traducción es de Carlos García Gual, en Alianza Editorial.
Y aquí Simónides:
τοὔνεκεν οὔ ποτ᾿ ἐγὼ τὸ μὴ γενέσθαι
δυνατὸν διζήμενος κενεὰν ἐς ἄ-
πρακτον ἐλπίδα μοῖραν αἰῶνος βαλέω,
πανάμωμον ἄνθρωπον, εὐρυεδοῦς ὅσοι
καρπὸν αἰνύμεθα χθονός·
ἐπί θ᾿ ὑμῖν εὑρὼν ἀπαγγελέω,
πάντας δ᾿ ἐπαίνημι καὶ φιλέω
ἑκὼν ὅστις ἕρδῃ
μηδὲν αἰσχρόν· ἀνάγκαι
δ’ οὐδὲ θεοὶ μάχονται
Por eso yo no voy tras de lo que no puede ser que sea, ni entregaré el destino de mi vida a la esperanza vana e irreal de un hombre irreprochable entre los muchos que comemos el fruto de la tierra. Ya os lo diré, si me lo encuentro; en tanto alabo y quiero a aquel que no se empeña, voluntariamente en nada feo; a la necesidad nadie se le resiste, ni los dioses.
La traducción es de Juan Ferraté, en Sirmio.
