Hero se lamenta por Leandro muerto (ca. 1635-1637), óleo sobre lienzo de 155 x 215 cm., de Jan van den Hoecke. Kunsthistorisches Museum de Viena. Gemäldegallerie, Sala XII
Finalizado el repaso del poema Hero y Leandro de Museo el Gramático, vamos a dar unas pinceladas sobre el influjo de dicha obrita en la literatura española. Nos ayudarán, en esta ocasión, tres autores y trabajos: Carlos García Gual en el prólogo a la edición de José Guillermo Montes Cala, en Gredos; María Jesús Franco Durán (Universidad de Salzburgo, Austria) en El mito de Hero y Leandro: algunas fuentes grecolatinas y supervivencia en el Siglo de Oro español, y Francisca Moya del Baño en El tema de Hero y Leandro en la literatura española (publicaciones de la Universidad de Murcia, 1966).
Aunque sobradamente lo hemos reflejado con las notas de Montes Cala, veamos qué nos dice María Jesús Franco Durán (Universidad de Salzburgo, Austria) en su trabajo el-mito-de-hero-y-leandro-franco-duran sobre las fuentes grecolatinas del mito de Hero y Leandro (nosotros aportamos texto y traducción de las obras citadas):
Como ya se apuntó anteriormente, el poema de Museo es el que nos presenta la visión más completa del mito. Pero algunos poetas latinos nos muestran que ya conocían la leyenda. El primer testimonio escrito lo encontramos en Virgilio (Geórgicas III 258- 263). Es una alusión muy breve que nos presenta a Leandro nadando en la noche ciega, aunque no hay una referencia directa a su nombre.
Es el fragmento con el que acaban las notas de Montes Cala:
quid iuuenis, magnum cui uersat in ossibus ignem
durus amor? nempe abruptis turbata procellis
nocte natat caeca serus freta, quem super ingens
porta tonat caeli, et scopulis inlisa reclamant
aequora; nec miseri possunt reuocare parentes,
nec moritura super crudeli funere uirgo.
¿Qué pensar de aquel joven, a quien el irrefrenable amor mete en sus huesos violento fuego? En efecto, durante la ciega noche, cruza tardío a nado los mares agitados por la tempestad desencadenada; sobre su cabeza truena la inmensa puerta del cielo, y las olas, estrellándose contra las rocas, lo llaman hacia atrás; pero ni las desgracias de sus padres, ni la joven que, si él muere, morirá también con cruel muerte, lo pueden detener.
La traducción es de Tomás de la Ascensión Recio García, en Gredos.
También tenemos alusiones muy breves en Ovidio (Amores II XVI, 30-31). Aquí el amante de Hero -innominado también- atraviesa a nado el mar.
saepe petens Hero iuvenis transnaverat undas;
tum quoque transnasset, sed via caeca fuit.
Muchas veces, en pos de Hero, su amante había atravesado las olas nadando; también entonces las hubiera atravesado, pero ninguna luz lo alumbró en su travesía.
Traducción de Vicente Cristóbal López, en Gredos.
En Arte de Amar (II 249-250), Leandro pasa el Helesponto a nado para mostrarle (a Hero) sus sentimientos.
saepe tua poteras, Leandre, carere puella:
transnabas, animum nosset ut illa tuum.
Muchas veces, Leandro, habías podido estar lejos de tu muchacha, pero nadabas para que conociera tu interés por ella.
(Traducción de Vicente Cristóbal López, en Gredos)
En Tristes (III, X, 40-41)
Si tibi tale fretum quondam, Leandre, fuisset,
non foret angustae mors tua crimen aquae.
Si tú, Leandro, hubieras tenido en otro tiempo un estrecho así, tu muerte no sería el crimen de un brazo de mar.
(Traducción de José González Vázquez, en Gredos)
e Ibis (verso 590) aparece también Leandro nadando.
Siqua per alternos pulsabitur unda lacertos,
omnis Abydena sit tibi peior aqua.
Que si algún mar tienes que golpear con un brazo después del otro, sean todas las aguas para ti peores que las de Abido.
Traducción de Ana Pérez Vega, en Gredos.
En las Heroidas (cartas XVIII y XIX) Ovidio nos amplía la información sobre el mito. En la carta XVIII, Leandro le escribe a Hero explicándole que hace ya varios días las aguas no le son propicias y que el mar está demasiado furioso. Pero si continúan los vientos adversos va a dirigirse a Sesto a pesar de las olas enemigas y aunque la audacia le cause la muerte. La carta XIX se la dirige Hero a Leandro que le pregunta impaciente por las causas que retrasan su viaje.
Aparece aquí un personaje contradictorio que, si bien se da cuenta de lo peligroso del trayecto, quiere que su amante atraviese el camino a pesar del mal tiempo y de la furia de las aguas.
En las últimas líneas aparece el funesto presagio: Hero ha visto, en forma de sueño, a un delfín que llega muerto a la playa. Es el símbolo de Leandro sin vida suspendido en la superficie del mar.
Estacio (Thebais – Tebaida – VI 542-547) también nos presenta a un Leandro cansado de nadar dentro de un mar alborotado y a una Hero que está esperándole.
Phrixei natat hic contemptor ephebus
aequoris et picta tralucet caerulus unda;
in latus ire manu mutaturusque uidetur
bracchia, nec siccum speres in stamine crinem;
contra autem frustra sedet anxia turre suprema
Sestias in speculis, moritur prope conscius ignis.
aquí nada el despreciador muchacho en las aguas de Frixo y brilla su cuerpo azul marino en la pintada ola; se puede ver su mano ir a su costado y sus brazos a punto de dar la brazada, y no esperes ver en la urdimbre sus cabellos secos; en cambio en la otra parte se sienta, ansiosa por verlo, en lo alto de su torre la muchacha de Sesto; cerca de ella el cómplice candil se apaga.
Juan de Arjona, allá por el 1600, tradujo los 9.456 hexámetros de Estacio al castellano en 2.781 octavas reales, o, lo que es lo mismo, en 22.248 versos. En concreto, esta es su traducción de los versos de Estacio:
Y, entre las fieras ondas del estrecho, nadando el mozo con osado pecho. Entre el agua pintada, transparente, el cuerpo se parece, fatigado. Fuera de ella se ve la altiva frente con el cabello al parecer mojado; el mar, alborotado de repente, y el un brazo y el otro ya cansado, procurando con una y otra mano las olas apartar del mar insano. Está, del hondo estrecho a la ribera, la alta torre, y en ella fatigada Hero, que al triste amante en vano espera, de la congoja y del temor helada. Ya pierde la esperanza y desespera, que la lumbre, mil veces apagada del enemigo viento, parecía que su desdicha y su dolor sabía.
Marcial (Libro de los Espectáculos 25, 25b y Epigramas, Libro XIV, 181) hace referencia a Leandro nadando en la noche.
XXV
Quod nocturna tibi, Leandre, pepercerit unda
desine mirari: Caesaris unda fuit.
XXV
Una ola compasiva
No te admires, Leandro, de que la ola de anoche haya tenido consideración contigo: era una ola del césar.
XXVb
Cum peteret dulces audax Leandros amores
et fessus tumidis iam premeretur aquis,
sic miser instantes adfatus dicitur undas:
Parcite dum propero, mergite cum redeo.’
XXV b
Leandro sobre las olas
Dirigiéndose el audaz Leandro hacia sus dulces amores y, cansado, viéndose apurado por lo encrespado de las aguas, se dice que el desgraciado dirigió esta súplica a las amenazantes olas: “Perdonadme cuando tengo prisa por llegar, sumergidme cuando vuelva”.
CLXXXI Leandros marmoreus
Clamabat tumidis audax Leandros in undis:
“Mergite me, fluctus, cum rediturus ero.”
CLXXXI Leandro en mármol
Clamaba entre las olas encrespadas el audaz Leandro: “sumergidme, olas, cuando venga de regreso.
Traducción de José Guillén, en Institución “Fernando el Católico” (CSIC), Zaragoza, 2004.
