En el anterior capítulo de esta serie sobre Nueva York clásico nos referíamos a la escultura Andrómeda y el monstruo marino, obra de 1694, de Domenico Guidi. Completamos las fuentes de Andrómeda con el mitógrafo Higino, en su Fábula 64, nos habla del episodio:
ANDROM<E>DA.
Cassiope filiae suae Androm<e>dae formam Nereidibus anteposuit. Ob id Neptunus expostulauit ut Androm<e>da Cephei filia ceto obiceretur. Quae cum esset obiecta, Perseus Mercurii talaribus uolans eo dicitur uenisse et eam liberasse a periculo; quam cum adducere uellet, Cepheus pater cum Agenore, cuius sponsa fuit, Perseum clam interficere uoluerunt. Ille cognita re caput Gorgonis eis ostendit omnesque ab humana specie sunt informati in saxum. Perseus cum Androm<e>da in patriam redit. Polydectes [siue Proetus] <ut> uidit Perseum tantam uirtutem habere, pertimuit eumque per dolum interficere uoluit; qua re cognita Perseus caput Gorgonis ei ostendit et is ab humana specie est immutatus in lapidem.
Casiopea antepuso a las Nereidas la belleza de su propia hija Andrómeda. Por ello Neptuno exigió que Andrómeda, la hija de Cefeo, fuera expuesta a un monstruo. Tras haber sido ella expuesta, se dice que Perseo, volando con ayuda de las sandalias aladas de Mercurio, llegó allí y la liberó del peligro; cuando quería llevársela, su padre Cefeo junto a Agenor, al cual había sido prometida, quisieron matar a escondidas a Perseo. Éste, informado del hecho, les mostró la cabeza de Gorgona y todos fueron transformados de la figura humana a roca. Perseo regresó a su patria con Andrómeda. Polidectes (o Preto), cuando vio que Perseo poseía tanto valor, tuvo mucho miedo y quiso matarlo por medio de un engaño; conocido el hecho Perseo le mostró la cabeza de Gorgona y éste fue transformado de aspecto humano a piedra.
Entre 1804 y 1806 Antonio Canova (1757-1822) esculpió en mármol una bella talla de Perseo (perseodecanova) con la cabeza de Medusa. Mide (242.6 x 191.8 x 102.9 cm).
Este Perseo, comprada por la condesa Valeria Tarnowska de Polonia, es una réplica del famoso mármol de Canova de Perseo del Vaticano, concebido alrededor de 1790 y mostrado por primera vez en 1801. Basado libremente en el Apolo de Belvedere, que había sido llevado a París en época de Napoleón, fue comprado por el Papa Pío VII y colocado sobre el pedestal en el que el Apollo había estado antes. En la versión del Met, Canova ha refinado los detalles ornamentales y aspirado a un efecto más lírico que en el Perseo Vaticano, una racionalización característica estilística de su proceso artístico. La cabeza de Medusa se basa en la de la antigua “Medusa Rondanini.”
Pierre Grimal, en su Diccionario de Mitología Griega y Romana, nos dice sobre Medusa.
Había tres Gorgonas, llamadas Esteno, Euríale y Medusa, las tres hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto. Las dos primeras eran inmortales, y sólo la última, Medusa, era mortal. Generalmente se le da el nombre de Gorgona a Medusa, considerada la Gorgona por excelencia. Estos tres monstruos habitaban en el Occidente extremo, no lejos del reino de los muertos, del país de las Hespérides, de Geriones, etc. Su cabeza estaba rodeada por serpientes, tenían grandes colmillos, semejantes a los del jabalí, manos de bronce y alas de oro que le permitían volar. Sus ojos echaban chispas, y su mirada era tan penetrante, que el que la sufría quedaba convertido en piedra. Constituían un objeto de horror y espanto no sólo para los mortales, sino también para los inmortales. Sólo Posidón no temió unirse con Medusa, a la que dejó encinta. En este momento, Perseo partió hacia Occidente para matar a Medusa. Obró así -dícese- ya por obedecer órdenes de Polidectes, tirano de Sérifos, ya por consejo de Atenea. Tras numerosas aventuras, Perseo logró encontrar la guarida de los monstruos y, finalmente, cortar la cabeza de Medusa, elevándose en el aire gracias a las sandalias aladas que le diera Hermes. Para no mirarla utilizó como espejo su pulimentado escudo, con lo cual no hubo de temer la terrible mirada del monstruo. Dio muerte a la Gorgona mientras dormía, para mayor seguridad. Del cuello cercenado de Medusa salieron los dos seres engendrados por Posidón: Pegaso, el caballo alado, y Crisaor.
Atenea se sirvió de la cabeza de Medusa colocándola en su escudo, o en el centro de su égida. De este modo, sus enemigos quedaron convertidos en piedra con sólo ver a la diosa. Perseo recogió también la sangre que fluía de la herida, y que aparecía dotada de propiedades mágicas: la que había brotado de la vena izquierda era un veneno mortal, mientras que la procedente de la derecha era un remedio capaz de resucitar a los muertos. Además, presentar un solo rizo de sus cabellos a un ejército asaltante, era suficiente para ponerlo en fuga.
La leyenda de Medusa sufre una evolución desde sus orígenes hasta la época helenística. En un primer momento, la Gorgona es un monstruo, una de las divinidades primordiales, que pertenece a la generación preolímpica. Después se acabó por considerarla víctima de una metamorfosis, y se contaba que Gorgona había sido al principio una hermosa doncella que se había atrevido a rivalizar en hermosura con Atenea. Se sentía principalmente orgullosa del esplendor de su cabellera. Por eso, con el propósito de castigarla, Atenea transformó sus cabellos en otras tantas serpientes, También se cuenta que la cólera de la diosa se abatió sobre la joven por el hecho de haberla violado Posidón en un templo consagrado a ella. Medusa cargó con el castigo del sacrilegio.
Me hizo especial ilusión posar junto a una copia romana (27 a. C. – 14 d. C) del famoso y gran relieve Eleusino (450-425 a. C.). Y ello porque dediqué, en su momento, una serie a la presencia mitológica en las Elegías romanas de Goethe y, entre ella, al culto eleusino. Entonces hice uso de esta imagen para ilustrar alguna de las entradas de aquella serie.
En la estela, Deméter, la diosa de la abundancia agrícola, se sitúa en la izquierda, vestida con un peplo y un himation (capa) y sosteniendo un cetro. A la derecha está Perséfone, su hija y esposa de Hades, el dios del inframundo. Ésta está vestida con una túnica e himation. Cada diosa extiende su mano derecha hacia un joven desnudo, pero ya no es posible determinar lo que tenían en sus manos. El muchacho es Triptólemo, que fue enviado por Deméter para enseñar a los hombres el cultivo del trigo. En cerámica ateniense contemporánea por lo general aparece como un adulto con barba sentado en un carro alado, a punto de salir a su misión civilizadora. El relieve de mármol original fue encontrado en el santuario de Deméter en Eleusis, sede de los misterios del mismo nombre, un culto secreto que era famoso en toda la antigüedad.
La obra griega original y varias copias romanas sobreviven. Aquí los diez fragmentos romanos están incrustados en un yeso del relieve griego. En comparación con el original, la ejecución de los cabellos y los vestidos en la copia es más nítida y concuerda con el estilo contemporáneo en el arte de Augusto.
Nos cuenta Grimal que Triptólemo es el héroe eleusino por excelencia, ligado al mito de Deméter. En la leyenda más antigua es considerado simplemente como rey de Eleusis. Después pasó por ser hijo del rey Céleo y de Metanira, y hermano de Demofonte. Otras tradiciones hacían de él el hijo de Disaules y de Baubo, o del héroe Eleusis o incluso de la Tierra y el Océano.
En recompensa por la hospitalidad que Deméter recibió en Eleusis de los padres de Triptólemo, la diosa le dio un carro, tirado por dragones alados, y le mandó que recorriese el mundo sembrando granos de trigo por doquier.
En algunos países, Triptólemo chocó con fuerte resistencia. Por ejemplo, el rey de los getas, Carnabón, mató uno de sus dragones; pero Deméter lo sustituyó en seguida por otro. En Patras, Antias, hijo de Eumelo, trató de enganchar los dragones al carro divino mientras el héroe dormía, y sembrar él mismo; pero cayó del carro y se mató. Eumelo y Triptólemo fundaron en su honor la ciudad de Antea.
Más tarde, Triptólemo pasó a ser juez de los muertos, en los Infiernos, donde figura a veces al lado de Éaco, Minos y Radamantis. Se atribuía a Triptólemo la institución de las Tesmoforias, que en Atenas, son las fiestas de Deméter.
