Seguimos con el breve repaso a fuentes clásicas que nos hablan de Sócrates. Y la primera es Quintiliano y su Institutio Oratoria, II 16,3:
Nam et Socrati obiciunt comici docere eum, quo modo peiorem causam meliorem faciat, et contra Tisian et Gorgian similia dicit polliceri Plato.
Pues los poetas cómicos acusaron incluso a Sócrates de enseñarle de qué modo hacer mejor la peor causa y Platón dice contra Tisias y Gorgias que ellos prometían algo similar.
En la Retórica de Aristóteles, 1398 a 24-6, al hablar de los lugares comunes de los entimemas, y en concreto, en la enumeración de dichos lugares, hallamos una cita de Sócrates.
καὶ δι’ ὃ Σωκράτης οὐκ ἔφη βαδίζειν ὡς Ἀρχέλαον˙ ὕβριν γὰρ ἔφη εἶναι τὸ μὴ δύνασθαι ἀμύνασθαι ὁμοίως καὶ εὖ παθόντας ὥσπερ καὶ κακῶς.
Y por esto también, Sócrates afirmó que no iría a la corte de Arquelao; porque era una insolencia, dijo, no poder corresponder con la misma medida tmto el buen trato como el malo.
Antonio Tóvar, en Vida de Sócrates, capítulo II, página 71, en la edición de Alianza Editorial (serie Alianza Universidad) se refiere a este episodio:
La tradición contaba (Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos, II, 25) que varios tiranos, como el rey Arquelao de Macedonia. Euríloco de Larisa, Escopas de Crannón, le habían invitado a sus cortes, deseosos de ornarías con la presencia de una gloria ateniense; lo mismo Esquilo o Eurípides habían ido, como más tarde Platón, a buscar la gloria o la fortuna o el teatro para sus ideas, a sitios lejanos de la ciudad madre. Según esa tradición, Sócrates no quiso tener por admiradores a semejantes regios personajes, y se mantuvo independiente, despreciativo. Con un orgullo digno, como correspondía al precursor de todos los filósofos que basaban su orgullo es un sistema ético, Sócrates no podía huir de Atenas, ni siquiera condenado a muerte, pues su elemento era la ciudad, y huir a Tesalia, como le proponían amigos suyos, era hundirse en la barbarie.
Es conveniente que recojamos el texto de Diógnes Laercio, Vidas de los filósofos II, 25:
πολλάκις δ᾽ ἀφορῶν εἰς τὰ πλήθη τῶν πιπρασκομένων ἔλεγε πρὸς αὑτόν, “πόσων ἐγὼ χρείαν οὐκ ἔχω.” καὶ συνεχὲς ἐκεῖνα ἀνεφθέγγετο τὰ ἰαμβεῖα:
τὰ δ᾽ ἀργυρώματ᾽ ἐστὶν ἥ τε πορφύρα
εἰς τοὺς τραγῳδοὺς χρήσιμ᾽, οὐκ εἰς τὸν βίον.
ὑπερεφρόνησε δὲ καὶ Ἀρχελάου τοῦ Μακεδόνος καὶ Σκόπα τοῦ Κρανωνίου καὶ Εὐρυλόχου τοῦ Λαρισσαίου, μήτε χρήματα προσέμενος παρ᾽ αὐτῶν, μήτε παρ᾽ αὐτοὺς ἀπελθών. εὔτακτός τε ἦν τὴν δίαιταν οὕτως, ὥστε πολλάκις Ἀθήνησι λοιμῶν γενομένων μόνος οὐκ ἐνόσησε.
Muchas veces, al contemplar los montones de cosas que se vendían, se decía a sí mismo: “¡De cuántas cosas no tengo necesidad!”. Y de continuo solía recitar aquellos famosos yambos:
Los adornos de plata y la púrpura son útiles
para la escena trágica, que no para la vida.
Mostró su desprecio por Arquelao de Macedonia y por Escopas de Cranón y por Euríloco de Larisa, al no aceptar los regalos que le enviaron ni acudir a sus cortes. Era tan ordenado en su manera de vivir que al irrumpir epidemias en Atenas repetidamente fue el único que no enfermó en la ciudad.
La traducción es de Carlos García Gual, en Alianza Editorial.
Un poca antes, en Retórica 1390b, 28-31, cuando habla de la nobleza, dentro del apartado Sobre los caracteres en relación con la fortuna, ha citado también a Socrates:
ἐξίσταται δὲ τὰ μὲν εὐφυᾶ γένη εἰς μανικώτερα ἤθη, οἷον οἱ ἀπ’ Ἀλκιβιάδου καὶ οἱ ἀπὸ Διονυσίου τοῦ προτέρου, τὰ δὲ στάσιμα εἰς ἀβελτερίαν καὶ νωθρότητα, οἷον οἱ ἀπὸ Κίμωνος καὶ Περικλέους καὶ Σωκράτους.
Las estirpes vigorosas degeneran, así, en caracteres extraviados, como los descendientes de Alcibíades y Dionisio el viejo; y los pacíficos, en trivialidad e indolencia, como los descendientes de Cimón, los de Pericles y los de Sócrates.
Quintín Racionero, editor en Gredos, dice en nota: En cuanto a los hijos de Sócrates, en fin, fuera de este juicio de Aristóteles, apenas si tenemos unos pocos datos: Tovar los estudia en su Vida de Sócrates (ed. 1948), págs. 81s. He aquí Tovar:
En cuanto al escaso relieve de los hijos de Sócrates, que en nada se distinguieron, se convirtió en tema favorito de la filosofía, exactamente como el Sócrates platónico se complace repetidas veces en criticar que Pericles, Temístocles y otros famosos varones distinguidos en la moral y la política no supieran educar hijos comparables a ellos. Ya hemos visto como este tema lleva a descarríos en el problema de la bigamia socrática. Sócrates no tuvo, pues, herederos carnales, y los filósofos no pudieron contar entre sus filas a los hijos del fundador, mientras que en cambio se habla de los hijos de Aristipo de Cirene y de otros filósofos. Erasmo recoge todavía el tópico y afirma que “los hijos del sabio Sócrates se parecían más a su madre Xantipa que a el”. Más profundamente de lo que el mismo imagina, explica la cosa como una muestra de la defensa que sostiene Natura contra “la lepra de la sabiduría”, del culto de la razón lógica y discursiva.
