Urania y Melpómene de Louis de Boulogne
Estamos repasando brevemente las fuentes sobre Urania, casi siempre ligadas a las otras Musas. Nos referimos ya a la Teogonía hesiódica.
También el fragmento 305 de Hesíodo, un escolio a Homero, Ilíada XVIII 570, nos habla de Urania:
Οὐρανίη δ᾿ ἄρ᾿ ἔτικτε Λίνον πολυήρατον υἱόν
ὃν δή, ὅσοι βροτοί εἰσιν ἀοιδοὶ καὶ κιθαρισταί,
πάντες μὲν θρηνεῦσιν ἐν εἰλαπίναις τε χοροῖς τε,
ἀρχόμενοι δὲ Λίνον καὶ λήγοντες καλέουσιν
Y Urania entonces dio a luz a Lino, hijo muy amado, al que en verdad todos los aedos y citaristas mortales que existen celebran con trenos en los banquetes y coros; y a Lino invocan al comenzar y al terminar”.
Finalmente, Pausanias, Descripción de Grecia IX, 29, 5-6, nos habla de Urania, a propósito del poeta Lino:
τὴν δὲ εὐθεῖαν ἐρχομένῳ πρὸς τὸ ἄλσος ἔστιν εἰκὼν Εὐφήμης ἐπειργασμένη λίθῳ· τροφὸν δὲ εἶναι τὴν Εὐφήμην λέγουσι τῶν Μουσῶν. ταύτης τε οὖν εἰκὼν καὶ μετ᾿ αὐτὴν Λίνος ἐστὶν ἐν πέτρᾳ μικρᾷ σπηλαίου τρόπον εἰργασμένῃ· τούτῳ κατὰ ἔτος ἕκαστον πρὸ τῆς θυσίας τῶν Μουσῶν ἐναγίζουσι. λέγεται δὲ ὡς ὁ Λίνος οὗτος παῖς μὲν Οὐρανίας εἴη καὶ ᾿Αμφιμάρου τοῦ Ποσειδῶνος, μεγίστην δὲ τῶν τε ἐφ᾿ αὑτοῦ καὶ ὅσοι πρότερον ἐγένοντο λάβοι δόξαν ἐπὶ μουσικῇ, καὶ ὡς ᾿Απόλλων ἀποκτείνειεν αὐτὸν ἐξισούμενον κατὰ τὴν ᾠδήν.
Y yendo por el camino directo hacia el bosque sagrado hay un retrato de Eufeme esculpido en una piedra. Dicen que Eufeme era la nodriza de las Musas. Pues bien, el retrato de ésta, y detrás el de Lino, están en una roca pequeña trabajada a modo de cueva. A este Lino, cada año antes del sacrificio a las Musas, ofrecen sacrificios como a un héroe. Se dice que este Lino era hijo de Urania y Anfímaro, hijo de Posidón, y que obtuvo mayor gloria en la música que sus contemporáneos y sus predecesores, y que Apolo lo mató por ser su rival en el canto.
La traducción es de María Cruz Herrero Ingelmo, en Gredos.
Vistas brevemente las fuentes sobre Urania, en las cuales aparece casi siempre ligada a las demás Musas, pasemos a algún comentario sobre el poema.
Las Musas Urania y Calíope (ca. 1634), óleo sobre tabla de 90 x 125 cm, de Simon Vouet. National Gallery of Art, Washington
Gregorio Torres Nebrera en Entendimiento del poeta. De Rubén Darío a Claudio Rodríguez, página 210, escribe:
“Urania” tiene varias concomitancias con el poema El águila (primer poema de Como quien espera el alba, 1941-1944): versos endecasílabos libres, sin rima, para percibir mejor la “música callada” (como la de San Juan) que declaraba preferir el poeta, y la referencia mitológica que hay en el personaje elegido, la novena de las musas, consagrada a la Astronomía.
Supone pues el poema un nuevo canto a la armonía tan nostálgicamente echada de menos en los primeros años de exilio, y que en este libro se intenta recuperar a veces, por encima del propio y dolorido desengaño. De hecho el poema presenta una disposición perfectamente armónica, compuesto por seis estrofas de cinco versos cada una, y en su centro – verso 16 – la explícita evocación a la más divina musa de las nueve, la que alienta la armonía neoplatónica, pitagórica del plano celeste, reflejado en el plano terreno (perfecto locus amoenus dibujado en los primeros versos) en el que el poeta quiere encontrar su mayor sosiego; una paz hecha de música, silencio (“música callada”) y luz – los árboles que hacen pentagrama musical del paisaje, la estrella que orna la frente de la musa de hermosura virgen -, y todo ello resumido en un luisiano “concierto celeste” (Fray Luis de León no anda lejos de este deseo cernudiano de hallar en la armonía sideral la tranquilidad perdida en los duros avatares del vivir terreno). En 1941, en un largo ensayo sobre Juan Ramón Jiménez, escribía Cernuda esto del gran poeta de las Odas: “Algo mágico ocurre con la realidad cuando la poesía la trasmuta: la noche estrellada que hace siglos contemplaron los ojos de Fray Luis de León, la guardan sus versos, y hoy la vemos en ellos, clara y pura, como con nuestros propios ojos”.
Neil C. McKinlay en The poetry of Luis Cernuda. Order in a world of chaos, página 115, añade:
Todo es paz y calma en el idílico paisaje del poema, y hay una sensación de armonía y orden. Urania, una de las nueve Musas de la mitología griega, está “inmóvil”, lo que enlaza su figura con los “troncos altos” de la primera estrofa y de esa manera transmite al lector la idea de que está integrada en el paisaje. Otro hecho llamativo de Urania es la referencia a su “hermosura virgen”. Las colecciones III, IV y V de La realidad y el deseo están cargadas de referencias a los devastadores efectos del amor físico, mientras ahora el acento recae en una dimensión platónica totalmente espiritual. Además, el nombre Urania era el epíteto de la diosa Afrodita, describiéndola como “celestial”. Esto está corroborado por su descripción en la última parte de la segunda estrofa, especialmente en la forma en que la luz en sus ojos “no conoce sombra alguna”. Estos contrasta fuertemente con la oscuridad, melancólica escena tan común en la poesía anterior. El poema abunda en imágenes de orden, reflejadas a su vez por la estructura regular de estrofas de cinco versos. Nada en el mundo moderno puede manchar esta paz y orden.
El segundo verso de la primera estrofa es una alusión a la visión del mundo platónico, en el que las esferas de los planetas se entrelazan armoniosamente. Lo particularmente llamativo es el hecho de que “el corazón” está ahora siendo “domado”. La pasión, pues, puede ser dominada y controlada. No tiene la fuerza violenta que “arrastra afanes al paso” (Donde habita el olvido, III, 4). La disparidad entre este poema y la tensión de la vida moderna es resumida en la forma de que “la tormenta/no turba el cielo augusto de su frente”: la vida moderna es todavía una “tormenta”, y no debemos cegarnos a ello, pero eso no significa que la visión deba estar sujeta a la misma ruina. El poema culmina entonces con la aparición del poeta en la estrofa final
Si en otros días di curso enajenado
A la pasión inútil, su llanto largo y fiebre,
Hoy busco tu sagrado, tu amor, a quien modera.
El objetivo de orden a través del amor parece finalmente haberse conseguido. Pasión y deseo son ahora reconocidas como algo “inútil”, reemplazados por el orden celestial y la trascendencia del mundo mitológico griego. Temporalmente separado de la “pasión inútil”, el poeta es ahora capaz de meditar de una forma que puede conseguir lo que parecía estar más o menos irrevocablemente perdido. Se debe enfatizar, no obstante, que el orden es todavía sólo una realidad con meditación. Urania no está físicamente presente.
Vemos, pues, como McKinlay ofrece en su análisis una fusión entre la musa Urania y el epíteto Urania de Afrodita.
Retrato alegórico de Urania, óleo sobre lienzo de 91 x 73 cm. Seguidor de Louis Tocqué
