Ticio, 1632, óleo sobre lienzo, 227 × 301, de José de Ribera. Museo del Prado, Madrid,
Estamos analizando los animales “mitológicos” del museo de Ciencias Naturales del IES Ribalta de Castellón y estábamos con el buitre refiriéndonos al suplicio de Ticio. Quizá debamos decir quién era Ticio y usamos a Pierre Grimal y su Diccionario de la mitología griega y romana:
Ticio es un gigante, hijo de Zeus y Elara, considerada tan pronto como hija de Orcómeno, como de Minia y una de las muchas conquistas de Zeus. Por temor a los celos de Hera, Zeus ocultó a su amante, cuando estuvo embarazada, en las profundidades de la tierra. Y de la tierra salió, al nacer, el gigante Ticio.
Cuando Leto hubo dado a Zeus Ártemis y Apolo, Hera, celosa de su rival, desencadenó contra ella al monstruo Ticio, inspirando a éste el deseo de violarla. Pero Ticio fue fulminado por Zeus y precipitado en los Infiernos, donde dos serpientes (o dos águilas; obsérvese que Grimal dice “águilas”) devoran su hígado, que renace con las fases de la luna. Según otros autores, los dos hijos de Leto protegieron a su madre y traspasaron con sus flechas al monstruo. Ticio quedó, así, eternamente tendido en el suelo, donde su cuerpo cubría nueve “hectáreas”. En Eubea existía una gruta donde se tributaba culto a Ticio.
En Virgilio, Eneida VI, 595 y siguientes, que también recoge la bajada de Ulises al Hades:
Nec non et Tityon, Terrae omniparentis alumnum,
cernere erat, per tota nouem cui iugera corpus
porrigitur, rostroque immanis uultur obunco
immortale iecur tondens fecundaque poenis
uiscera rimaturque epulis habitatque sub alto
pectore, nec fibris requies datur ulla renatis.
Ticio, 1548-1549, óleo sobre lienzo, 253 x 217 cm de Tiziano. Museo del Prado. Madrid
También a Ticio podía verse, retoño de la madre Tierra,
cuyo cuerpo se extiende a lo largo de nueve yugadas
mientras un buitre enorme de corvo pico
devora su hígado inmortal y las entrañas fecundas
con el castigo y rebusca en su comida y vive metido
en su pecho sin dar descanso alguno a las fibras renacidas.
Higino, en su fábula 55, dice que es una serpiente la que roía el hígado de Ticio
Tityvs.
Latona quod cum Ioue concubuerat, Iuno T<i>t<y>o Terrae filio
immani magnitudine iusserat ut Latonae uim afferret; qui cum
conatus esset, a Ioue fulmine est interfectus. qui nouem iugeribus
ad inferos exporrectus iacere dicitur, et serpens ei appositus est
qui iecur eius exesset, quod cum luna recrescit.
Puesto que Latona se había acostado con Júpiter, Juno ordenó a Ticio, hijo de la Tierra, de enorme tamaño, que violara a Latona. Después de intentarlo, fue fulminado por Júpiter. Se dice que yace en los Infiernos tendido, que ocupa nueve yugadas, y que una serpiente se encuentra apostada junto a él para devorarle el hígado, que vuelve a crecerle con la luna.
Ticio, siglo XVII, óleo sobre lienzo, 188 cm x 227 cm. José de Ribera, (copia). Museo del Prado (no expuesto)
La traducción es de Javier del Hoyo y José Miguel García Ruiz, en Gredos, quienes en nota al pie nos informan que una yugada era una extensión de 637 metros de largo por 319 de ancho. Si multiplicamos por 9, la extensión del gigante era realmente enorme (5733 metros de largo x 2871 metros de ancho)
Los buitres juegan también un papel en la primitiva historia de Roma, en el enfrentamiento entre Rómulo y Remo por ser el primero en fundar Roma. Así lo narra Tito Livio en Ab urbe condita I, 6, 7:
Ita Numitori Albana re permissa Romulum Remumque cupido cepit in iis locis ubi expositi ubique educati erant urbis condendae. Et supererat multitudo Albanorum Latinorumque; ad id pastores quoue accesserant, qui omnes facile spem facerent paruam Albam, parvum Lavinium prae ea urbe quae conderetur fore. Intervenit deinde his cogitationibus avitum malum, regni cupido, atque inde foedum certamen coortum a satis miti principio. Quoniam gemini essent nec aetatis verecundia discrimen facere posset, ut di quorum tutelae ea loca essent auguriis legerent qui nomen novae urbi daret, qui conditam imperio regeret, Palatium Romulus, Remus Aventinum ad inaugurandum templa capiunt.
7. Priori Remo augurium venisse fertur, sex voltures; iamque nuntiato augurio cum duplex numerus Romulo se ostendisset, utrumque regem sua multitudo consalutauerat: tempore illi praecepto, at hi numero auium regnum trahebant. Inde cum altercatione congressi certamine irarum ad caedem vertuntur; ibi in turba ictus Remus cecidit. Volgatior fama est ludibrio fratris Remum novos transiluisse muros; inde ab irato Romulo, cum verbis quoque increpitans adiecisset, “Sic deinde, quicumque alius transiliet moenia mea,” interfectum. Ita solus potitus imperio Romulus; condita urbs conditoris nomine appellata.
Ticio. Cornelis Cort. Grabado, 45 x 37 cm. 1566. Madrid, Biblioteca Nacional de España.
Después de que el gobierno de Alba fuera así transferido a Numitor, Rómulo y Remo fueron poseidos del deseo de construir una ciudad en el lugar donde habían sido abandonados. A la población sobrante de los Albanos y los pueblos latinos se unieron los pastores: Fue natural esperar que con todos ellos, Alba y Lavinio serían más pequeñas en comparación con la ciudad que se iba a fundar. Estas buenas espectativas fueron desechas por anticipaciones agradable fueron perturbados por la maldición ancestral (la ambición) que condujo a una lamentable disputa sobre lo que al principio era un asunto trivial. Como eran gemelos y ninguno podía pretender tener prioridad basada en la edad, decidieron consultar a las deidades tutelares del lugar para que por medio de un augurio decidieran quién daría su nombre a la nueva ciudad y quién habría de regirla después de haber sido fundada. Rómulo, en consecuencia, seleccionó el Palatino como su lugar de observación, Remo el Aventino.
7 Se dijo que Remo había sido el primero en recibir un presagio: seis buitres se le aparecieron. Justo tras producirse el augurio, a Rómulo se le apareció el doble. Cada uno fue saludado como rey por su propio partido. Los unos basaron su aclamación en la prioridad de la aparición, los otros en el número de aves. Luego se siguió un violento altercado; el calor de la pasión condujo al derramamiento de sangre y, en el tumulto, Remo fue asesinado. La creencia más común es que Remo saltó con desprecio sobre las recién levantadas murallas y fue de inmediato asesinado por un Rómulo enfurecido, que exclamó: “Así será de ahora en adelante con cada uno que salte por encima de mis muros.” Rómulo se convirtió así en gobernante único, y la ciudad fue nombrada tras él, su fundador.
La traducción del inglés, debida a Bruce J. Butterfield, es de Antonio Duarte Sánchez.
